Notas de un Inconsciente


En mi inconsciente no se lo que hay, demasiadas cosas supongo, si trato de escribir lo que hay dentro de mi cerebro, el resultado sería el caos. Como un ordenador desordenado, como un disco duro sucio en el que se cruzan ideas, creencias, pecados veniales, mortales y todos los capitales, obligaciones, fantasías, olvidos que recordaré, recuerdos que voy a olvidar. 

Para que mi cabeza se ordene tengo que fingir, solo la mentira me da una tranquilidad inventada, me permite tener paz y no dejarme llevar por los monos que gritan en ella. Si, son monos que gritan cosas, cosas que yo entiendo, pero son tantas que no les hago caso, no las puedo ordenar. 

Dalí quiso que Freud se interesara por su teoría surrealista. Fue a visitarle en 1938 a Londres acompañado de Stefan Zweig. Pero a Freud solo le interesaba que es lo que había detrás de esa pose surrealista de Dalí. Que había en su inconsciente para crear las “mentiras surrealistas” que creaba. En realidad, a don Sigmundo no le interesaron nunca las hipérboles de don Salvador. Le interesaba mucho mas, por qué se revestía de un absurdo que ambos sabían que lo era. El inconsciente del catalán nunca salió a la luz. La conclusión de Freud fue que ese hombre era el mas puro ejemplo de la exageración española. Freud, como Zweig buscaban la verdad. Dalí vivía en su mentira iluminada. Freud murió al año siguiente, desolado, Zweig se suicidó en Brasil dos años después. Dalí murió de viejo en su cama 50 años más tarde. La búsqueda de la verdad es peligrosa.

Mis escritos, mis palabras, también mis actos; están pasados por un filtro digerible, son diferentes de lo que pienso y siento. Una versión descafeinada, una mentira que los que me rodean admiten. No voy a contar la intimidad que pasa por mi cabeza, nadie puede. Y el que puede se está engañando a si mismo. Incluso esta declaración de insinceridad es insincera. El caballo de la mentira es el que mejor montan los humanos.

El derecho a mentir está recogido en la legislación procesal española. El acusado tiene derecho a mentir para defenderse, los testigos no. Yo soy el acusado, el reo de mi vida, por eso puedo seguiros mintiendo. Vosotros, cuando opinéis sobre mi, tenéis que decir la verdad, sois mis testigos.


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